21 de octubre de 2009

Millennium - Y este libro es de... ¿quién?

No hace mucho que hemos estado hablando en este blog de los derechos de autor. Recientemente, en el periódico El País, se ha publicado un artículo que mucho tiene que ver con los derechos de autor y las nuevas tecnologías, en particular los ordenadores.
La noticia tiene que ver con el panorama literario, concretamente con la popular saga de Millennium. Como ya sabemos, su creador, el escritor sueco Stieg Larsson (fallecido en 2004), d
ejó escritas y entregadas a su editorial tres novelas, que no hace mucho tiempo que fueron publicadas.





Sin embargo, y tras su muerte, ha salido a la luz la existencia de una cuarta novela de la saga. La familia del escritor (padre y hermano) tienen los derechos de autor de la saga Millennium, y su por entonces pareja, al no haberse casado con él, no tiene ningún derecho sobre la literatura del difunto. El problema reside en que la cuarta novela se encuentra en un portátil que está en posesión de su pareja, y debido a que el ordenador es de su propiedad, lo que se encuentra dentro de él también.
Como vemos, entran en juego las variantes que hemos visto en este blog: el derecho de autor y la tecnología informática.
El cuarto libro completa una fructuosa y exitosa saga literaria, y en juego está el embolso de una gran cantidad de dinero; hablamos de millones de euros. Inmerso el libro fantasma ya en la red de derechos de autor y tecnología, ¿sería éticamente moral que la pareja del difunto Larsson publicara la novela, lógicamente bajo un pseudónimo? ¿O sería ilícito que la familia se hiciese con el portátil (dejemos a un lado los medios) y publicara el libro?
En ambos casos, estarían violando unos presupuestos mínimos: la integridad intelectual del propio autor y la propiedad material de la pareja del escritor.
Por lo tanto, llegados a este punto: ¿de quién es la novela? ¿De quienes tienen los derechos de autor, o del propietario del soporte donde se encuentra el libro?
Con esta novela quiero poner de relieve las complicaciones que pueden conllevar las nuevas tecnologías, pues si damos un paso más allá de los ordenadores nos encontraremos con Internet, y aquí comienza el dificultoso problema del plagio, del robo de la producción intelectual, etc.
Una vez que hemos publicado algo en la red, ¿de quién es lo producido? ¿Del que lo ha creado, o de quien puede leerlo libremente? (Recordemos que muchas de las cosas producidas y publicadas en Internet, a pesar de tener un nombre, no tienen protección legal; sin embargo si existe la moralidad y la ética que supuestamente todos debemos tener)
Lo mismo considero que ocurre en este desencuentro literario.
Y para concluir, me gustaría lanzar mi opinión. Debemos respetar los derechos de autor, pues con ellos alabamos y respetamos el trabajo de las personas; por lo tanto, y a pesar de que el libro se encuentre en manos de la pareja del difunto escritor, esa obra pertenece a los derechos de autor de Stieg Larsson, y si por cualquier motivo, hoy en día esos derechos pertenecen a su familia, que así sea. Si su pareja está impidiendo que la grandiosa obra del autor vea la luz (ya sea por motivos de lucro o de cualquier otra índole), está atentando contra la integridad intelectual del autor, y posiblemente debería tener algún tipo de consecuencia.

Como nota informativa, dejo una serie de enlaces que a nivel de bloggero pueden sernos útiles. He encontrado un link que nos permite saber si alguien está copiando información de nuestro de blog: copyscape.com. Asimismo es importante saber que podemos acudir a ciertas páginas donde informarnos acerca del tema, como por ejemplo en creativecommons.cl (más información), donde podemos obtener una licencia mediante la cual amparar nuestra creación intelectual en Internet.

Hasta aquí mis reflexiones y comentarios por hoy. Sólo deciros que este tema, derechos de autor, trae mucho que hablar, y próximamente traeré nuevos comentarios e información que podremos analizar aquí.
Un saludo bloggeros!

21-10-2009

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