Al igual que los días internacionales del libro, de la propiedad intelectual, etc., las bibliotecas también tienen derecho a tenerlo, pues son el centro y foco principal de difusión de la cultura literaria.
Vinculadas desde un primer momento a los templos, las bibliotecas tuvieron un carácter meramente conservador y vinculado a las clases sociales más altas. En época antigua se crearon dos de las más importantes bibliotecas en la Historia, la Biblioteca de Pérgamo y la Biblioteca de Alejandría (ya conocida por todos gracias al reciente estreno filmográfico de Amenábar, Ágora) Sin embargo, y desde su creación, las bibliotecas recibían gente ilustrada y formada, pero la mayor parte de la población era analfabeta, por lo que la cultura estaba a mano de pocas personas.
En época medieval, las bibliotecas sufrieron un importante retroceso debido a la caída del Imperio Romano, pero a finales del período se crearon las universidades y con ellas se fomentó la alfabetización y el acceso a la cultura aumentó significativamente. Fue entonces cuando surgieron las bibliotecas universitarias, pero de nuevo no era un servicio a disposición de toda la población, ya que el índice de analfabetismo seguía siendo mayoritario, y las bibliotecas estaban principalmente ligadas a los monasterios y a la élite social.
Gracias a la creación por aquel entonces de las bibliotecas, conservamos un importante legado cultural; la producción intelectual de los ilustrados de todas épocas ha ido albergándose en estas instituciones, desde tablillas grabadas con símbolos hasta códices en pergamino y papiro.
En época moderna, y gracias a la creación de la imprenta, las bibliotecas dan un importante paso hacia delante, y se crearon bibliotecas de las cuales somos hoy en día espectadores, como por ejemplo la espectacular biblioteca con planta redonda de Oxford conocida como Bobdleian Library o la biblioteca de la Universidad Complutense en Madrid.
Este hecho se reafirmó alrededor del siglo XIX, con la creación de las bibliotecas populares en Gran Bretaña. Con ellas quedaba garantizado el acceso a la información a todas las capas sociales.
La UNESCO (United Nations Educational, Scientific and Cultural Organization) ha sido un punto clave y vital en el fomento de las bibliotecas y en su posición actual en la sociedad. Han promulgado la libre circulación de la información para que todos los ciudadanos del mundo puedan tener acceso a la cultura, la educación y la ciencia.
Las bibliotecas, por lo tanto, han ido cambiando su configuración para todos aquellos que han tenido algún tipo de relación con ellas.
Las bibliotecas tal y como la entendieron Ptolomeo o Sófocles no era la misma biblioteca que hoy en día pueden conocer Ian Gibson o Carlo Ginzburg. Mientras unos creaban para ellos mismos sabiendo que la sociedad raras veces aceptaría su producción literaria, los otros crean en un contexto social más abierto y tolerante.
Los trabajadores de las bibliotecas también han ido evolucionando, y ninguno de la época de Ptolomeo entenderá lo que se hace hoy en día en una biblioteca. No tendrán nada que ver el primer bibliotecario de la biblioteca de Alejandría, Zenódoto de Éfeso, con David, por ejemplo, el chico que hace unos días nos enseñó la biblioteca. Probablemente Zenódoto no tuviera muchos estudiantes que visitaran las instalaciones en las que él trabajaba.
Desde el punto de vista de los usuarios el tema cambia radicalmente, así como la forma de entender y comprender la biblioteca. Hoy en día, para los ciudadanos del siglo XXI, es sorprendentemente fácil acceder a una biblioteca, incluso si vamos paseando por la calle y nos apetece entrar en una, tenemos total libertad para hacerlo. Sin embargo, y como he reflejado en el post, hasta hace relativamente poco, los ciudadanos estaba vetados de hacer uso de dichos derechos.
Ya no queda nada de aquellas bibliotecas hechas con mármol; hoy en día incluso podemos entrar en bibliotecas hechas a base de materiales ecológicos, o que cambian de color continuamente. Podemos leer libros en un ordenador, o incluso en la calle. Seguramente en aquellas épocas pasadas ningún usuario podría sacar un libro de la biblioteca (también tenemos que tener en cuenta que aquellos libros eran ejemplares únicos y originales)
Actualmente, incluso nosotros, estamos siendo espectadores de un gran cambio en las bibliotecas, que toman rumbo a la ciudad llamada “Tecnología”. En poco tiempo todas las bibliotecas tendrán un apodo: 2.0.
Por ello, días como este, son días para reflexionar acerca de cómo cambian las prestaciones públicas, en concreto las bibliotecas, y no sólo debemos mirar hacia atrás, sino plantearnos también un futuro y proyectar cambios, como los que actualmente se están desarrollando.
24- 10- 2009
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