21 de diciembre de 2009

451

¿Qué pasaría si un buen día un cuerpo oficial del Estado entrara en vuestra casa y os quemara todos los libros que poseéis? ¿Y si los libros estuvieran prohibidos? ¿Y si estuviera prohibido expresarse mediante letras? ¿Y si sólo pudiéramos entendernos a través de números, colores e imágenes?
Algunos ya sabréis de qué estoy hablando. Otros más no.
Para entendernos deberemos hacer un pequeño viaje en el tiempo, concretamente hasta 1966.

Os situaré: libros prohibidos; lectores perseguidos; todos dominados por la televisión; bomberos que no apagan fuegos…los crean. Y ¿cuál es el objetivo de estos incendios provocados? Los libros. Si, algo muy parecido a lo que hicieron los nazis con los libros judíos, pero en esta ocasión con todos los libros del mundo.
No obstante, sólo estoy hablando de ficción, concretamente de la película Fahrenheit 451, escrita por Ray Bradbury (¿os acordáis?) y dirigida por François Truffaut. Como ya os comenté en otros post, Bradbury es un fiel defensor de las bibliotecas y los libros como medio de autoaprendizaje. Ideó un mundo utópico (mejor dicho distópico) donde los libros estaban prohibidos. ¿Por qué? Los libros alimentan las mentes humanas y hacen evolucionar al hombre; os preguntareis ¿entonces por qué prohibirlos? Porque todo el mundo no tiene igual acceso a los libros, entonces éstos provocan desigualdades, haciendo a los lectores de los libros superiores a los que no los leen.

"¡Oh!, este debe de ser muy profundo: la Ética de Aristóteles. Cualquiera que lo haya leído a la fuerza ha de considerarse superior al que no lo ha leído. Y es inútil, compréndalo, todos debemos ser iguales. Sólo se alcanza la felicidad estando todo el mundo al mismo nivel".


Por lo tanto, en dicha película, los bomberos no ayudan a la gente sofocando sus fuegos, sino que queman sus libros (inteligente giro de la película). Suena la alarma en las naves de los bomberos; todos se ponen casco, guantes y ropa ignifuga. Se montan en el camión de bomberos y en vez de llevar mangueras y reservas de agua van armados con líquido inflamable, cerillas y lanzallamas. Llegan a las casas, apilan los libros (todos escondidos: incluso dentro de las tostadoras y tras la pantalla de la televisión) y un bombero se encarga de quemarlos (y parece todo un ritual religioso, vistiendo al bombero con un traje especial blanco que mucho se parece al de un cura que practica un exorcismo).

Mi intención no es contaros la película, sino haceros llegar mis reflexiones. ¿Qué podemos aprender de los libros? Muchos nos muestran historias y vidas inventadas, con los cuales nos entretenemos. Otros nos enseñan acerca de lo que realmente ha sucedido: leer es conocer nuestro pasado.

"Los libros no dicen nada. Mire, todo esto son novelas. Tratan de personas que jamás han existido. Las gentes que las leen quedan descontentas de sus propias vidas y sienten deseos de vivir de otro modo lo que jamás podrá ser en la realidad".


En cierto modo, Bradbury imagina un mundo del cual emanan reflexiones muy coherentes, como la que podemos leer en el fragmento anterior extraído de la película. Muchos libros no son realidad: personajes ficticios, situaciones inventadas, sentimientos imposibles, etc. Y muchas de las veces que leemos este tipo de libros, nos hacemos ilusiones, intentamos vivir ciertos aspectos de nuestra vida tal y como hemos visto en el libro, intentamos parecernos lo más posible al personaje de aquella novela que tanto nos gustó, etc., y en gran parte de las ocasiones, o no conseguimos nada o desistimos en el intento. Y ¿no es cierto, por lo tanto, que en muchas ocasiones puede frustrarnos el desear cosas que no podremos conseguir? Nos quejamos de las personas que en el ámbito sentimental nos dan falsas esperanzas, ¿no debemos entonces quejarnos de los libros que nos hacen desear situaciones y cosas que no podremos poseer? La verdad, no sé qué pensar, porque hasta que el otro día no vi la película, nunca se me habían pasado por la cabeza tales reflexiones. No obstante, jamás dejaré de leer libros por ganas que siente de ser como tal personaje y obtenga una posterior frustración. No cambio por nada las noches en vela iluminada por la lámpara de la mesita de noche esperando que Harry Potter lanzara un hechizo en contra de Lord Voldemort.
Los libros de ficción, en muchas ocasiones, no deben entenderse como ejemplos que llevar acabo en la vida real (no tengo ni varita mágica), sino como vías de escape, relax e imaginación. Hay gente que llega a casa cansada de trabajar y le apetece leer sobre algún personaje que está todo el día tirado en el sofá; o alguna persona que ha sufrido un “mal de amores” y quiere leer sobre una mujer que se enamora de un chico más joven que ella.
Y ni que decir tiene que los libros descriptivos y reales, como por ejemplo los de filosofía, historia, estudios científicos, aportan un sinfín de conocimiento y experiencia al ser humano.

"La filosofía es aún peor que las novelas. Pensadores filósofos, todos dicen
exactamente lo mismo, sólo yo tengo razón. Los demás son idiotas. La filosofía es lo mismo que falda corta este año, falda larga el que viene
".


Y de nuevo otro fragmento de la película que, a mi parecer, acierta en muchas cosas. Es conocido en el mundo de la filosofía las variadas disputas en torno a postulados filosóficos, como por ejemplo si la Tierra era redonda o no, si los sentimientos eran válidos o inválidos, etc. Siempre ha querido un filósofo superar a su antecesor o rebatir a su coetáneo. Incluso ha causa la muerte de alguno de ellos, como es el caso de Sócrates, que fue condenado a suicidarse debido a su filosofía. A pesar de ello, ¿qué seríamos sin filosofía? Posiblemente no habríamos “podido” creer que la
Tierra es redonda (“podido” porque la Iglesia no lo habría permitido), o no sabríamos lo que es la ética y la moral. Y si, es cierto, la filosofía es como la moda, “marrón para este otoño y fucsia para el siguiente”, pero más cierto aún es que tenemos un inmenso fondo de armario que nunca pasa de moda. No importa que uno diga redonda y otro que plana, lo importante es que lo digan, que reflexionen y nos enriquezcan con sus estudios, que, grosso modo, es lo que hacen y logran los libros con sus lectores: que reflexionen.
Y para finalizar, a parte de recomendaros encarecidamente ver la película, os diré por qué 451: es la temperatura en grados
Fahrenheit a la que el papel de los libros se inflama y comienza a arder.

22-12-2009

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